El titular de la Federación Marítima, Portuaria y de la Industria Naval (Fempinra), Juan Carlos Schmid, se reunió con el ministro de Transporte Diego Giuliano. Dialogaron sobre la Hidrovía y el Puerto de Buenos Aires.
El ministro Diego Giulano recibió al dirigente de la Fempinra Juan Carlos Schmid por la tarde del miércoles para dialogar sobre el proceso realizado en la Vía Navegable Troncal, más conocida como «Hidrovía», y las decisiones al respecto que se tomaron desde el Consejo Federal Hidrovía y el Ente Nacional de Control y Gestión de la Vía Navegable con miras a fortalecerla.
Desde el ministerio, además, «destacaron la experiencia y tareas realizadas de los trabajadores» y la importancia de asegurar a futuro sus puestos de trabajo «para lograr una Vía Navegable más eficiente, productiva y federal».
La Vía Navegable Troncal o «Hidrovía» es una ruta fluvial de 1.635 km que permite la salida hacia el océano a embarcaciones de carga. Su traza se encuentra en sectores de los ríos Paraná, Paraná de las Palmas, y Río de la Plata, constituyendo un cauce de salida de aproximadamente el 80% de la exportación nacional.
Actualmente es un servicio concesionado de obra pública, mediante cobro de peaje, para el mantenimiento de las profundidades previstas en el pliego de la concesión mediante dragado y su respectivo balizamiento para delimitar el canal y brindar seguridad en la navegación.
La Fempinra sostiene un reclamo hace años para que se ordene la actividad en el corredor de exportaciones más grande del país a través de controles y planificación que permitan así evitar las fugas de dólares.
De la reunión con el ministerio, Schmid resaltó otro reclamo con relación a la situación del Puerto de Buenos Aires, la Subsecretaría de Puertos y Vías Navegables y Marina Mercante y el Ministerio de Transporte de la Nación se comprometen a agilizar el dictado del proyecto de modificación del Decreto 870/18.
Ese decreto fue firmado por el expresidente Mauricio Macri en 2018 con miras a realizar una obra de infraestructura que se disponía a reducir las 5 terminales del Puerto de Buenos Aires a una sola, eliminando así puestos de trabajo y monopolizando en pocas manos una de las estaciones para comercio exterior más importantes de la región.