Un trabajador que formó parte de los 3.800 despedidos de la firma de electrodomésticos Garbarino se suicidó la semana pasada, agobiado por problemas personales y económicos, según informó en Twitter la periodista Graciela Moreno, de BAE.
Cristian Loyola tenía 40 años y era uno de los despedidos del grupo Garbarino que nunca cobraron su indemnización. Con Carlos Rosales se especuló por un salvataje seguido de venta a inversores con lo que nunca termino de acordar. Garbarino adeuda también sueldos y retiros voluntarios, mientras acumula una deuda total que se calcula en unos 20.000 millones de pesos en concurso de acreedores.
A estos perjuicios económicos se suma la pérdida de la cobertura de salud que también dejaron de pagar. Loyola “se separó, no conseguía trabajo y desesperado por las deudas se quitó la vida”, señala Moreno.
Rosales llegó como salvador del grupo Garbarino en el 2020. Entonces contaba con más de 4.300 empleados incluyendo a los empleados de Compumundo, Garbarino Viajes, Digital Fueguina y Tecnosur.
Su propuesta incluía mantener abiertas los 246 locales a la calle de marca Garbarino y Compumundo, junto con Digital Fueguina; así como el pago de los sueldos a los empleados, que por entonces cobraban sus salarios en cuotas.
Sin embargo, el cierre de locales en la pandemia fue masivo y los empleados empezaron a depender del Repro que otorgaba el Gobierno para cobrar parte de sus salarios. Entre noviembre de 2020 y noviembre de 2021 el ministerio de Trabajo otorgó una ayuda total de más de 415 millones de pesos para asistir a Garbarino en el pago de salarios. Aun así la empresa no salió a flote.
Es más, se presentó a convocatoria de acreedores declarando crisis, pero trabajadores señalaban pasaba otra cosa: «La idea de la empresa es volcarse a la venta digital, y como para ellos sobraban empleados, nos despidieron con un artículo infundado sin justificación y sin pagarnos nada»
Argumentaban que debían pagar solo la mitad de la indemnización, que además no pagaron, porque la empresa estaba quebrada pero según sus trabajadores detallaron entonces: «La situación que declara Garbarino no es real porque la empresa cesó la actividad para justificar quiebra. En marzo [de 2021], que fue el último mes que se trabajó, fue el mes récord de ventas de la empresa. Después se negaron a vender y eso derivó en más pasivos».
Unos 3.800 puestos de trabajo fueron destruidos mientras los ex empleados subsistían como podían en un contexto netamente desfavorable. Hubo gran resistencia de los trabajadores, movilizaciones, escraches, negociaciones desde el sindicato de Comercio, promesas de continuidad hasta del presidente Alberto Fernández pero nada de eso se concretó.
Actualmente, Garbarino con una deuda multimillonaria se encuentra en concurso de acreedores y los trabajadores siguen sin cobrar lo que les corresponde.