(por pablo cano) Con el marco del tradicional encuentro de IDEA en la Ciudad Feliz como escenografía, parte sustancial del status quo sindical decidió abdicar de cualquier intento de constituirse en actor social con entidad propia para aceptar el papel secundario que le propone la ola amarilla en estos días de marea alta.
Lejos ya de ese impulso del año pasado cuando apuntaron a «ir por todo» -centralidad en el armado del Peronismo, de la oposición y un igual a igual con el gobierno- la única duda que marca su actual derrotero es cuanto hay de temor y cuanto de reacomodamiento táctico dentro de una vieja y archi conocida estrategia. «Ven Macri x 8 y su mayor temor es terminar siendo el pato de la boda» comentó un conocido cuadro sindical que viene caminando la política hace largo rato.
Evidentemente, la secuencia Suarez/Pata/Mafias/Santamaria, sumado a los reacomodamientos en Trabajo y Superintendencia los puso en doble alerta. Por un lado la capacidad operativa y el clima de época que permite entender que el recorte del poder sindical es una posibilidad que el gobierno tiene a su alcance y que no lo afecta en su construcción de poder -sino todo lo contrario- el hecho de llevarla adelante. Por el otro, el pleno ordenamiento que tienen la Justicia y los medios para con el dispositivo Cambiemos los hace totalmente vulnerables a un universo de dirigentes erosionados en la valoración pública y de nula capacidad para construir un relato social que asimile la avanzada sobre ellos como un desguace de los derechos individuales y colectivos de los trabajadores. En otras palabras, poner tras las rejas a un «gordo» hoy cotiza en su precio mas alto y se paga el costo mas bajo.
La pregunta es ¿será suficiente para Cambiemos los gremios dóciles pero aún ordenados sobre la unicidad promocionada y con el control de las obras sociales?. En un gobierno de CEOs, que entienden la construcción del poder de la misma forma en que se ganan los mercados, hay que saber que la lógica del capitalismo es expansiva y hegemónica. No deja lugar a la competencia, nunca entiende que hay un límite a su expansión. Hace mucho tiempo que los secretarios generales no colocan gobernadores, ministros, etc. Pero aún tienen una cuota de poder fruto residual de aquella «comunidad organizada» que vertebró el movimiento obrero. Malas noticias compañeros, eso que ustedes tienen, ellos también lo quieren.