La formalización de «Kelly» Olmos como ministra de Trabajo consolidó otra derrota para el mundo sindical. Si bien la funcionaria tiene lazos con el sindicalismo, todos los sectores pujaron por un candidato propio pero se quedaron sin nada. «Perdimos todos», resumieron.
Sorpresa y resignación. Esa fue la reacción de los diferentes sectores que componen la conducción de la CGT ante la designación de la dirigente del PJ Porteño, Raquel «Kelly» Olmos, al frente del Ministerio de Trabajo de la Nación.
El nombre de Olmos cerró la disputa abierta entre las diversas corrientes del oficialismo por posicionar a una persona de su confianza en la sucesión de Claudio Moroni y volvió a dejar al mundo gremial fuera de la toma de decisiones.
Es que el presidente Alberto Fernández resolvió la designación de un área clave para los intereses sindicales y en medio del proceso de revisión masiva de paritarias frente a una inflación que se estima por encima del 100% anual sin ningún tipo de consulta.
De hecho la conducción de la CGT se anotició del desembarco de Olmos al frente de la cartera laboral media hora antes del comunicado oficial que difundió la Casa Rosada.
«Es más de lo mismo. Perdimos todos», fue el resumen de un importante gremialista con el que coincidieron todos los espacios que, a esta altura del partido, no suelen coincidir en prácticamente nada.