El Gobierno, además de convocar empresarios y gremialistas, sondeó informalmente a la jerarquía de la Iglesia argentina para que participara del debut del nuevo espacio tripartito, pero los obispos habrían desechado la invitación, aunque demostraron su beneplácito con esta iniciativa de diálogo y negociación.
La intención de la CGT es negociar un bono de fin de año con un «piso de 2.000 pesos»; una pretensión que genera cautela entre los empresarios, en tanto desde el Ejecutivo se apuesta a que el beneficio sea el resultado de un consenso entre trabajadores y empresarios en cada uno de los sectores productivos.
El jefe de Gabinete de Ministros, Marcos Peña, y el titular de la cartera de Trabajo, Jorge Triaca, serán los representantes del Ejecutivo en este cónclave, donde el oficialismo no impondrá «un piso en las negociaciones», tal como adelantó el vicejefe de Gabinete, Mario Quintana.
En tanto, el gobierno de Macri sondeó a la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) para sumar a la Iglesia Católica al diálogo sectorial impulsado por el Poder Ejecutivo, aunque desde aquella institución ya anticiparon que los obispos no se sentarán a la mesa del Diálogo por el Trabajo y la Producción.
Tras la reunión que el presidente Macri mantuvo con el papa Francisco en el Vaticano el sábado, la comisión ejecutiva del Episcopado que preside monseñor José María Arancedo recibió una invitación telefónica para sumarse al diálogo que el gobierno inaugurará mañana con representantes de gremios y empresas.
«La Iglesia celebra la iniciativa de diálogo pero no es un miembro de la mesa. Animamos al diálogo pero los que tienen que dialogar son el gobierno, los empresarios y la CGT», dijeron a Télam fuentes episcopales desde Roma, donde aún se encuentra la cúpula de la CEA tras la ceremonia de canonización del Cura Brochero y la reunión que mantuvieron ayer con el papa Francisco.
El sábado pasado Macri celebró, tras reunirse con el Papa Francisco, la suspensión del paro previsto por la CGT, tras las negociaciones con el Ejecutivo nacional, al ponderar ese hecho como «parte de la cultura del encuentro».
Desde el sector empresario tomaron con cautela la posibilidad de otorgar un bono de fin de año a los trabajadores del sector privado.
La expresión más contundente a la hora de reflejar la visión de las patronales fue la del presidente de Fiat Argentina, Cristiano Rattazzi, para quien «no hay mucho margen para que otorguemos el bono de fin de año».
No obstante, el industrial aclaró que el sector fabril se alineará con la decisión «que tome el sector productivo en su conjunto», si bien no adelantó ninguna cifra en particular.
El secretario de la Unión Industrial Argentina (UIA), Juan Carlos Sacco, sostuvo que «la UIA no puede decidir si se da o no un bono, eso es privativo de cada empresa».
De manera similar, un empresario del sector de la construcción que participó del Coloquio de IDEA y prefirió mantener su nombre en reserva, destacó que «será la cámara la que fije una posición».
«Recién ahora el sector de la construcción está arrancando, y no sabemos bien cómo será la política» a adoptar sobre el bono, añadió.
En tanto, los banqueros recordaron que ese sector «tiene su propio acuerdo con el sindicato», en el que se contemplan varios pagos anuales por sobre el sueldo.
El integrante del triunvirato que conduce la CGT, Carlos Acuña, insistió en reclamar un bono compensatorio extraordinario por 2000 pesos para los trabajadores privados y públicos y advirtió que si no se concreta «seguramente van a tener el conflicto en la puerta».
«Estamos pidiendo un piso de 2000 pesos, que se tomen como referencia y que cada sindicato discuta con cada sector productivo. El reclamo es en forma paralela para con los trabajadores públicos», subrayó Acuña.
El titular de los trabajadores de las estaciones de servicios opinó además que el Gobierno «mostró en estos meses un perfil patronal».
«Esperemos que esa tendencia se pueda revertir. Porque no podemos seguir viviendo con los niveles de pobreza que tenemos los argentinos», advirtió.
Fuera de la mesa de negociación, el titular de la CTA de los Trabajadores, Hugo Yasky, anunció nuevos encuentros con dirigentes cegetistas como Pablo Moyano (Camioneros), Sergio Palazzo (bancarios), Héctor Amichetti (gráficos) y Víctor Santa María (edificios), junto a los movimientos sociales y los trabajadores de la Economía Popular (CTEP) con el fin de «de consensuar una jornada nacional de lucha para ratificar la necesidad de un cambio de rumbo económico en la Argentina».
El titular de la CTA Autónoma, Pablo Micheli, afirmó, en cambio, que el encuentro de mañana entre Gobierno, sindicatos y empresarios «no es una mesa de diálogo social» sino «un pacto» y anticipó un paro con movilización para la última semana de octubre de ambas CTA junto a algunos sectores de la CGT y movimientos sociales.
En esa línea, el secretario general de la Asociación Bancaria, Sergio Palazzo, consideró que un paro general «sin la CGT» sería «funcional al Gobierno».
Sin embargo, el gremialista evaluó que, en caso de que no se alcance un acuerdo en torno a las demandas de la central obrera, sería «un error muy grande» no realizar una medida de fuerza porque, «con el tiempo, los dirigentes pagarán las consecuencias».