En una muestra más de que cantidad no necesariamente implica calidad, el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, cerrará su última función del Consejo del Salario. Llegará vaciado de todo poder real en la interlocución de una herramienta que ha sido clave en el relato del kichnerismo y que tiene al funcionario, en lo formal, como su vértice institucional.
Habiendo roto todos los récords de permanencia en el cargo, Tomada se retira de la cartera laboral con escaso rédito político de su labor. Pese a estar frente a uno de los lugares con mayor visibilidad, sólo aspira a ser jefe de bloque en la Legislatura Porteña, aunque no está del todo claro que todos los legisladores del FpV compartan esa idea, y con una injerencia prácticamente nula en el entramado de relaciones del Movimiento Obrero, dónde las opiniones respecto de su persona son mayoritariamente favorables, pero no así en cuanto a su condición de ariete político entre los popes sindicales y CFK.
Ya en el encuentro del año pasado, cuando las negociaciones del consejo del Salario se empantanaron, una comisión de los pesos pesados del movimiento obrero encabezada por Gerardo MArtinez (UOCRA) armó una reunión relámpago con la Presidenta a fines de destrabar la situación. Tomada no tuvo intervención alguna, ni siquiera agendando la fecha, y tuvo que pasar el mal trago de volver sobre sus pasos, ya que se enteró de los acuerdos arribados a posteriori y por parte de los sindicalistas.
Este año, Tomada armó el equipo ministerial de cara a la reunión del Consejo como una suerte de premio consuelo a las lealtades personales que conserva intramuros. De hecho los miembros que se sentarán a la mesa son nombres que -salvo en el caso de Matias Barrotaveña, actual Secretario de Empleo- no tienen la entidad institucional ni política para participar del mismo.
Queda como incógnita para hoy el rol que adquirirá en esta ronda la figura de Axel Kicillof, que en la práctica ha sido el funcionario más activo detrás de los cierres de las paritarias mas importantes del año, ejerciendo un papel bifronte al frenar las aspiraciones de los sindicalistas y promover la apertura del bolsillo de las Cámaras empresariales.
Se especula con una reunión mucho más llevadera que las anteriores atento el calendario político dónde algunos trajinarán el dolor de haber sido y ya no ser y otros las expectativas de convertirse en actores de mayor centralidad en los tiempos por venir.