Sebastián Peralta lleva años esperando que le paguen todo lo que le deben después de haber trabajado 12 años para Garbarino. Hace mucho que no tiene novedades de los 9 meses que le deben de salario y de la indemnización que le corresponde. La desesperación lo llevó a tomar una decisión drástica y este fin de semana se encadenó al Obelisco en huelga de hambre: «Me voy con plata, preso o muerto pero yo a mi hija le tengo que dar una respuesta».
Sebastián Peralta es uno de los 3800 trabajadores despedidos de Garbarino y este domingo llegó desde San Nicolás para encadenarse al Obelisco y visibilizar su reclamo. Lleva 2 años, desde noviembre de 2021, esperando que le paguen 9 meses de salarios adeudados y su correspondiente indemnización tras 12 años de servicios.
La cadena de electrodomésticos Garbarino de Carlos Rosales que está en convocatoria preventiva de acreedores se comprometió en varias oportunidades a pagar salarios e indemnizaciones, pero no lo hizo. Recibió cuantiosos subsidios del Estado durante la pandemia para terminar dejando a casi toda la planta de personal en la calle.
InfoGremiales se comunicó con Peralta quien relató que trabajó más de una década en la sucursal 132 de San Nicolás. Siempre como vendedor aunque en los últimos 3 años también hizo caja y cobraba la cuota correspondiente a ese puesto. «Hace 2 años que no tenemos novedades por lo que he decidido venir a la gran ciudad y tomar esta medida. El gremio que tenemos nos ha abandonado», dijo.
Carlos Rosales llegó como salvador del grupo Garbarino en el 2020. Entonces contaba con más de 4.300 empleados incluyendo a los empleados de Compumundo, Garbarino Viajes, Digital Fueguina y Tecnosur.
Su propuesta incluía mantener abiertos los 246 locales a la calle de marca Garbarino y Compumundo, junto con Digital Fueguina; así como el pago de los sueldos a los empleados, que ya por entonces cobraban sus salarios en cuotas.
Sin embargo, el cierre de locales en la pandemia fue masivo y los empleados empezaron a depender del Repro que otorgaba el Gobierno para cobrar parte de sus salarios. Entre noviembre de 2020 y noviembre de 2021 el ministerio de Trabajo otorgó una ayuda total de más de 415 millones de pesos para asistir a Garbarino en el pago de salarios. Aun así la empresa no salió a flote.
Es más, se presentó a convocatoria de acreedores declarando crisis, pero trabajadores señalaban pasaba otra cosa: «La idea de la empresa es volcarse a la venta digital, y como para ellos sobraban empleados, nos despidieron con un artículo infundado sin justificación y sin pagarnos nada»
Argumentaban que debían pagar solo la mitad de la indemnización, que además no pagaron, porque la empresa estaba quebrada pero según sus trabajadores detallaron entonces: «La situación que declara Garbarino no es real porque la empresa cesó la actividad para justificar quiebra. En marzo [de 2021], que fue el último mes que se trabajó, fue el mes récord de ventas de la empresa. Después se negaron a vender y eso derivó en más pasivos».
En enero de 2022 la Faecys pidió la intervención judicial de Garbarino y Compumundo y acusó a los administradores de esas empresas como «los responsables directos ante la crisis institucional y el desmanejo empresarial sucedido».
Actualmente Rosales curte un perfil bajo forzado por las denuncias por despidos ilegales, retención indebida de aportes y contribuciones como también otras por acoso laboral y sexual. Los tiempos de la Justicia.
Mientras tanto, Sebastián Peralta, y otros 3800 como él, siguen sin tener lo que les corresponde: «Lo que me llevó a tomar esta decisión fue la desesperación por no tener trabajo, estoy angustiado psicológicamente. Dejaron abandonadas a 3800 familias.
«Mi mujer se quedó sin trabajo y ya no podemos más. Me adeudaban $4,5 millones de indemnización, más 9 meses trabajados y vacaciones y lo máximo que me dieron con el Pronto Pago fue $126,23. Llegué desesperado, compre $200 de nafta porque iba a hacer lo peor, pero mis compañeros me convencieron que tenía que estar bien para luchar«, detalló.
En diálogo con este medio, afirmó: «Es la primera vez que vengo a esta ciudad y yo me voy de tres maneras: o con plata, o preso o muerto. A mi hija le tengo que llevar una respuesta«.
«Yo laburé en una de las mejores empresas del país para que me paguen con nada, con indiferencia, hasta la dignidad hemos perdido. En este tiempo que nos estuvieron boludeando ya fallecieron 11 personas, de las cuales algunas fueron suicidios y otras por la falta de obra social. Una chica murió de cáncer porque se quedó sin su cobertura médica», recordó.
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