La caída del empleo privado formal alcanzó el máximo registro de la década y el índice de desempleo se sigue agravando, producto de la recesión que atraviesa el país, según un informe privado.
El Observatorio de Comercio Exterior, Producción y Empleo (CEPE), organismo dependiente de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET), presentó un informe que revela que «la caída del empleo privado formal ya alcanza el máximo registro de la década, superando el antecedente de 2016, con una tendencia negativa que se acentúa».
El documento da cuenta de la destrucción de más de 130.000 puestos de trabajo registrado luego de la primera corrida cambiaria en 2018.
En ese marco, la crisis en el mercado laboral no parece encontrar fin y las expectativas de los empresarios sugieren que dicha crisis continuará en 2019, agrega.
La búsqueda de personal por parte de las empresas se encuentra en mínimos históricos desde que se releva este indicador, con una caída casi ininterrumpida desde 2017.
De igual forma, las expectativas de reducción de planteles registran máximos en la serie, proporción que se duplicó en el último año y medio.
A nivel sectorial, explica el informe, se observan dos grandes motores de esta crisis laboral: la construcción, principal motor de la recuperación de 2017, y la industria, que profundiza su contracción iniciada 3 años atrás. En ambos sectores, se nota una acentuada reversión de expectativas de empleo.
El rector de la UMET, Nicolás Trotta, expresó que «la caída del empleo asalariado actual es la más pronunciada y la más extensa de la última década. La destrucción de puestos de trabajo va a continuar del mismo modo que avanza la precarización de las condiciones».
Según Trotta, «lo más alarmante de la situación actual es que no existen perspectivas alentadoras de reinserción para los quienes que pierden su trabajo» y «los números del informe no hacen más que reflejar el malestar social que se vive en la calle».
Paula Español, coordinadora del CEPE, indicó: «La crisis actual resalta tanto por la intensidad de la destrucción de empleo como por la extensión en el tiempo». Esto indica que «el resultado de la política económica y laboral del gobierno genera sólo un proceso sostenido de destrucción del trabajo».