(Por Pablo Cano) De la lucha analógica a la pelea en redes sociales, en la construcción de sentido parecen los libertarios todavía más ágiles para la construcción del relato.
Si usted quisiera ver cómo lleva la CGT la discusión en las redes sociales (el campo elegido por el Gobierno Nacional para la disputa de sentido) se encontraría que el último posteo de la cuenta oficial en Instagram (del 26/10) es un flyer propio de la socialdemocracia europea vinculado a la agenda del trabajo. Y si bien el algoritmo es tramposo, si pone cgt/cgt oficial en tiktok, aparecen videos de Facundo Moyano mezclados con otros que hacen creadores de contenidos de ambos lados de la grieta, pero nada propio de la CGT.
En el lugar favorito del Presidente Milei (X, ex chuicher) la CGT hace un uso prolijo de flyers con alguna información, en un tono propio de la discusión que se da algún país nórdico entre diversos sectores de interés. No hay un gordo tatuado con Evita torso al viento amenazando a Conan, ni un dirigente con perfume a (Agustín) Tosco o a (Saúl) Ubaldini discutiendo de frente con MIlei o con Caputo (cualquiera de los dos). En un tiempo dónde lo único rescatable para las organizaciones del campo popular era la oportunidad de fraguar nuevas voces y/o resetear las existentes, el movimiento obrero organizado se escuda en un ejercicio noventoso que es aguantar los trapos y no pudrirla para no perder más. A la salida de este tiempo, que cómo todo tiempo va a terminar, el que venga por el natural ejercicio del péndulo y haga una lectura fina de los hechos recientes se queda con lo que le dé la gana de eso que hoy llamamos “sindicatos”.
En el mientras tanto, la falta de perspectiva histórica fruto del enorme amañamiento que tiene la dirigencia obrera con los desvíos institucionales (más elíptico no puedo ser) también priva a los trabajadores organizados de participar de la discusión de fondo en el Peronismo, y ahí los tenemos a todos ellos como actores de reparto entre el Patria y Berisso.
Pero este desordenado punteo es en realidad un prólogo para marcar un hecho que cristaliza la furibunda debacle de la dirigencia cegetista -al final habrá una reflexión sobre ceteistas- y es la referencia de Sergio Sasia en su renuncia a la CATT planteando que sus compañeros, a los que abandona, «..conciben sólo la resistencia y lucha» cuando, según Sasia, son tiempo de propuestas.
Y aquí es fácil, desde este lado del hemisferio, caerle a Sasia. Deberán juzgar sus compañeros y representados que acertado está Sasia con su lectura del momento en el cual desguazan lo que queda del sistema ferroviario. La intriga es sobre qué pasa con el resto de la CATT, la CGT y los etcétera cuando uno de los propios se baja del bote y se pasa al crucero de ocasión. Ya tuvo la historia del movimiento obrero tiempos de CGTs divididas, pero nunca hubo una combinación tan clara de ataque al movimiento obrero, caída del poder adquisitivo del salario, pauperización del marco normativo y afectación de los intereses sectoriales… «empobrecer a los grupos de interés para poder derrotarlos» es la máxima de un tal Sturzenegger que hasta ahora viene siendo efectivo aplicando su dogma en las clases populares.
El recule de Sasia como así también la vidriosa actuación de la UTA hubieran sido, en otros momentos, un parteaguas del movimiento obrero. Una ocasión ideal para parir una nueva síntesis. Sin embargo, la indignación asonada y el razonamiento sobre los límites de un plan de acción frente al escenario de desconcierto que impone la agenda libertaria imprime una orfandad que, sin lugar a duda, es preludio de un quiebre. De algo que se va a morir y de algo que va a nacer. Mucho más pronto que tarde. Y que será protagonista de las próximas discusiones. Probablemente tome una forma y una escala que no se corresponda con la matriz que esperamos, pero no va a quedar vacante ese lugar de expresión de los trabajadores. Y cuándo eso suceda, los octogenarios seguirán el decurso natural de su propia biología, pero a los que les quede algo más de hojas en su calendario deberán preguntarse de qué lado de la mecha quedan.
PD: Más allá de la pulsión a narrar el ceteismo de manera distinta al variopinto cegetismo, les cabe a aquellos el mismo reproche que a éstos. La discusión por el sentido está ausente, si Milei pone en disputa al Estado, lo despedaza, lo destruye por dentro, la defensa de este implica hacer escuchar la voz de esa organización que es defenestrada. La respuesta analógica de lucha que lleva adelante las expresiones de la CTA pone al Garrahan, al Bonaparte, el INTA y el Carem (entre tantos otros) en posición de ser narrados como cómo un conflicto sectorial y no como un proyecto de nación y pasa de largo el centro de la cuestión que Milei propone: el Estado como enemigo de la gente de bien, el Estado como club de privilegiados. La discusión política se da frente al pueblo/electorado/audiencia (elija la que más le guste), la tentación de diferenciarse puertas adentro le deja al león la potestad de contar a todos lo que miran la película desde afuera con el prejuicio sedimentado en largos años de disfuncionalidades. Si te ganó un panelista de televisión bizarro, al cual votaron incluso tus bases, es hora de preguntarse qué estás haciendo mal. Por lo pronto, te falta un panelista de televisión bizarro para equilibrar.